La razón se remonta a los antepasados ingleses, las llamadas sociedades feudales. Donde los señores feudales cabalgaban por la izquierda, el mismo lado en el que llevaban su espada. Así, al cruzarse con algún enemigo, podían desenvainar y defenderse con la mano derecha.
Además cuando existían los grandes carruajes con tiros de muchos caballos, los cocheros, al lanzar el látigo, no sólo alcanzaron, sino que mataron, a algunos de los pasajeros del coche que venía en dirección contraria, cada uno por su derecha, y eso hizo que se estudiara una fórmula para resolver el problema.
La solución fue que, yendo por la izquierda, el látigo no daba a nadie. Por eso en Inglaterra se conduce por la izquierda, como en las colonias que fueron de la Corona británica, como Australia y La India.
En la Europa continental, la llegada de Napoleón, que era zurdo, modificó esta costumbre, pues prefería mantener el brazo izquierdo entre él y sus oponentes, y obligó a sus súbditos a circular por la derecha. Desde entonces, los países conquistados o influidos por Francia adoptaron esta costumbre, mientras que los pertenecientes al Imperio Británico circularon por la izquierda. ¿Curioso verdad?
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