domingo, 30 de marzo de 2008

PAPA QUIERO UN ARMA.

Uzi, Judi y Donno, Pensilvania.Remington 870 Express HD y AK-47 SSR 85 C2.Donno dice tener armas por la misma razón que se deben tener extintores. Asume un papel “activo” en la defensa de su familia. Y confía en que su hijo, que se llama como un subfusil ametrallador, tenga estos mismos principios cuando sea mayor
Nadie se atreve a dar la cifra exacta de armas que puede haber en los hogares americanos, pero, en 1999, la influyente Asociación Nacional del Rifle estimó que podía superar los 215 millones y que una de cada dos familias poseía, al menos, una. Estos datos llevaron al fotógrafo Kyle Cassidy a preguntarse en 2004 «quién es esa gente que acumula armas de fuego en su casa, qué aspecto tiene y qué tipo de vida lleva». Su curiosidad le ha hecho recorrer el país durante dos años en busca de las respuestas, fotografiándoles en su ambiente, con su gente. Un trabajo que se ha convertido en el libro Armed America: Portraits of Gun Owners in their Homes (América armada: retratos de propietarios de armas en sus casas).
Los propietarios de armas no respondan a ningún patrón, sino que proceden de todos los orígenes y lugares. Poseer armas forma parte de sus vidas y son muy reacios a desprenderse de ellas. Se muestran orgullosos de tenerlas y de que todo el mundo lo sepa. La nómina de voluntarios que se ha prestado de buena gana a posar junto a su arsenal particular, en algunos casos impresionante, incluye desde médicos, abogados y directivos de empresas hasta tatuadores y diseñadores de páginas web. Son ciudadanos respetuosos con las leyes y temerosos de Dios. Eso que suele calificarse como gente de bien.
La posesión de armas en Estados Unidos está respaldada por la Segunda Enmienda a la Constitución de 1787, que reconoce el derecho a tener y portar armas para garantizar la seguridad (otras interpretaciones modernas restringen el derecho a las entidades oficiales). A eso se suma la confusión que provoca la existencia de miles de normas federales, estatales y locales que regulan las armas. A pesar de que su número se ha reducido, son aún miles los establecimientos autorizados para venderlas. Tantos, que en cinco estados (Alaska, Montana, Idaho, Oregon y Wyoming) hay más armerías que gasolineras.

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